Hay miles de nuevos sentimientos a los que no se han asociado palabras.
Muchos hemos sentido esas sensaciones o emociones sin nombre que nos gustarían haber podido describir con palabras, pero nos resulta difícil y complicado. Hay idiomas como el de los indígenas Yámanas de Tierra del Fuego que crean palabras para expresar emociones complejas. Como por ejemplo, Mamihlapinatapai, que se atribuye a una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambos desean pero que ninguno de los dos se anima a iniciar. Las engendramos nosotros pero a cambio y generosamente estructuran nuestros más íntimos pensamientos imbricadas con las emociones desnudas y abtrusas. Las palabras son el instrumento primigenio que en nuestro tiempo muchos usan con impudicia y maldad para construir jaulas de constreñida fascinación. Cada vez acudimos menos a ellas para expresar nuestras emociones complejas. Ahora solo toca imaginar las situaciones de las que esta palabra nos hará ser consciente y poderla por tanto utilizar.
- Una puesta de sol en Septiembre.
- El sabor del primer café por la mañana.
- El calor de la sopa en un cuenco.
- Quitarse los zapatos al llegar a casa.
- Quitarse el sujetador al llegar a casa.
- La sensación de una ducha caliente.
- El tacto de sábanas limpias.
- Saciar la sed.
- Cuando un olor de evoca un recuerdo.
- Una mirada cómplice.
- Las ganas de ser mayor cuando eres pequeño
- Despertarte de golpe tras una pesadilla, y darte cuenta de que era sólo un sueño.
- El olor a madera quemada.
- La respiración entrecortada después de un orgasmo.
- Una cena tranquila con los amigos de siempre.
- Seguir las gotas de lluvia al deslizarse la ventana.
- Andar descalza por la playa.
- Aprender tu primer acorde de guitarra
- Gritar tu canción favorita en un concierto