5 poemas de ‘Ayes del destierro’, de Andrea Sofía Crespo Madrid

andrea sofia crespo madrid

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Escribo con puños de tiempo y anemia.

ANDREA SOFÍA CRESPO

Ayes del destierro

La autora y poeta Andrea Sofía Crespo Madrid (Venezuela, 1995)  licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, donde obtuvo una beca de colaboración en el Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana. Tras la publicación de  Tuétano (Fundación La Poeteca, 2018) y Tuétano/Marrow (Ojos de Sol, 2020) en edición bilingüe llega su Ayes del destierro (Libero Editorial).  El poemario, en palabras del poeta Félix Moyano, es “un cuerpo atravesado por diferentes flechas. El impacto de cada uno de sus golpes genera huecos  por donde entra la luz, en los que brota un fuego, pero donde también gotea la sangre y perfora la tierra, al modo de las grandes poéticas del dolor latinoameri‐canas. Ayes del destierro es una puñalada”.

 

***

I

Yo pertenecía a una casta de mujeres dolidas, seducidas por el musgo y las voces del estruendo. 

En nuestra sangre corría la enfermedad del olvido y aprendíamos a tejer en el aire, aunque para nadie. Todas sabían el significado de partir y de partirse, desde adentro. Todas atesoraban pequeñas cucarachas en los rincones. 

Pero mi raza era de distinto linaje. Sabíamos hablar una lengua sin huesos. Yo concebía el amor dentro de las cavernas, entre la humedad y el silbido. 

Yo no podía partirme. Entonces ya no pertenecía y ninguna mujer me pertenecía. Tuve que abandonarlas a todas.

 

VIII 

Los silencios se construyen con piedras, relámpagos  del acontecimiento: un grito muy fuerte, la espuma de  un cachorro convulsionando, una silla volcada entre el  humo de la ira. Los padres se alejan llorando, tal vez  pidiendo perdón, mientras las piedras se apilan,  

muy juntitas,  

hasta el cese del temblor en el reino de los hombres.

 

IX 

Mi voz no es la de los cocodrilos, lleva el hábito de un  morrocoy y procura vivir en las cosas como un gorrión  incauto. Escribo con puños de tiempo y anemia. Tiene  mi espíritu un caparazón alto muy convexo, sometido a  los hexágonos naranjas. Allí me repliego cuando algo me  duele, doblo el abandono con su chirrido de cartulina.  

La prisión es siempre idéntica a sí misma: cabeza, cuello,  patas y cola negras, con escamas amarillentas.

 

XII 

¿De dónde huimos, si no es de nuestras madres  de quien huimos 

que nunca quieren recomenzar el mismo naipe,  la misma 

noche de igual ijada descomunal? 

-José Lezama Lima 

Una mujer se duele tanto 

como tantas otras/ 

trae una piedra en la boca. 

Escucha a los maestros 

un poema es un milagro semiótico 

un poema es un espejismo/ 

se dice a sí misma. 

La voz se cuela y camina en puntillas 

rodeando a las piedras 

con intenciones de bailar 

y tropezar hasta el poema/ 

aquí está la vida.

 

Correo de Barcelona 

Llegas y yo nunca vi a nadie llegar así porque llegas al tacto  más limpio y llegas estruendo y risa en un aeropuerto  y estás perdida y estamos perdidas y no sabes usar un  mapa y tampoco miras los carteles y yo no sé qué estás  mirando yo no me atrevo a mirarte no me atrevo no 

Ya no recuerdo de dónde vengo y tu voz sabe decírmelo  aun poco más que el silencio y sé a dónde voy y no sabes  usar un mapa pero se trazan horizontes desde tu sonrisa  desbordada 

Llegamos justo a tiempo para ver la luna cerrarse   [y abrirse  el mar ya no le chirría a la arena/fue agitada hasta   [convertirse en garabato 

ya no sabemos a dónde vamos y no estamos perdidas 

Yo no como desde ese día no puedo alimentarme de nada  no sé cómo escapar al impulso pueril de esta escritura y no  sé de dónde traes tanta infancia. Quiero que todo resista.