Françoise Sagan con sólo 18 años tomó la pluma para escribir sobre la apropiación de la sexualidad femenina en su primera novela, Bonjour Tristesse
“dejar pasar el tiempo, tener tiempo, tomarme mi tiempo, perder el tiempo, vivir a contratiempo
Es difícil imaginarse a alguien más desafiante que una joven de 18 años que escribe sobre la apropiación de la sexualidad y libertad femenina: Françoise Sagan, con su primera novela, Bonjour Tristesse, desafió los cánones de la sociedad francesa -predominantemente católica-; plasmando en su obra un estilo disruptivo y existencialista.
Bonjour Tristesse fue publicada en 1953, año en el que aún se sentían los efectos de una segunda guerra mundial que había impactado la ‘psyche’ colectiva. Consecuentenemtente, la moralidad se empezó a entender como un límite al disfrute de la vida, que como bien la guerra lo había demostrado, podía ser más finita de lo imaginado. A través de esta primera novela, Sagan explora la superficialidad de “los placeres terrenales” de Cécile, una joven, de 17 años -como ella al momento de escribir la historia- quien toma unas vacaciones con su padre en la Costa francesa. Al publicarse, produjo gran revuelo entre los críticos más tradicionales y conservadores. Muchos la acusaban de “crear mala fama a las jovencitas francesas (…) a los ojos del mundo”, y muchos otros, consideraban que su producción era leve, carente de profundidad.
Dicha crítica parecía infundada al tomar en consideración el matiz con el que construía sus personajes, ya que de manera transversal en sus cuentos cortos y novelas, se hacía palpable la complejidad en sus rasgos y acciones. Así, no eran catalogables como héroes o villanos, sino como construcciones nítidas de honestidad, sobre la naturaleza y la realidad del ser humano. En este sentido, otros tantos diferían de las apreciaciones simplistas de su trabajo, y entendieron a Françoise como una escritora ‘contre-courant’ de los géneros y prácticas de su tiempo.
Su segunda novela, Un certain sourire, parecería contextualizada en el mismo ambiente de Bonjour Tristesse, con breves cambios sobre la madurez y el desarrollo de sus personajes. Asimismo, aunque el romance es un elemento en común, es una mera herramienta para replantear el “mito del amor romántico”, y normalizar tanto el deseo femenino, como el componente intelectual, en lugar de tratarlos despectivamente.
En coherencia con su obra, la vida de Sagan se caracterizó por su osadía: alcohol, drogas, juegos de azar y carros deportivos encabezaron la lista de placeres de los cuales no medía la dosis. El primer automóvil que adquirió con sus ganancias fue un Jaguar convertible XK140, que posteriormente sería reemplazado por un Aston Martín, el mismo en el cual se accidentaría –como una auto-profecía cumplida del trágico final de su primera novela- y duraría meses en recuperación.
En la vida amorosa, el panorama no resultaba menos agitado. La escritora fue abiertamente bisexual, y su adicción a la heroína tomó protagonismo al tiempo del fallecimiento de su preciada amante Peggy Roche. Quizás como todos –o al menos, la gran mayoría de artistas- era un espíritu libre, pero así mismo, auto-destructivo. De este momento iniciaría su debacle cual la llevaría a mudarse a una casa campestre, donde falleció en 2004, adeudando más de 1 millón de Euros y alejada de todos sus conocidos. Por su deceso, el optimismo marcadamente hedonista con el que veíamos su estilo de vida y figura artística, se perdió. Llegó el momento de reconocer que la expresión misma de su arte terminó por determinar su destino.
En la actualidad aún resulta relevante la obra de esta brillante e igualmente fugaz escritora francesa. Françoise Sagan desafió lo que se esperaba de la mujer en su época –ser vista como simple musa- y tomó la pluma para dedicarse a escribir y ser leída. Su vida y obra son una invitación a experimentar el arte y la vida con una ética guiada por la libertad.
Valentina Hernández
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