Libros que me regalaría en Sant Jordi
Libros que ya me he regalado, que me gustaría me regalasen o que me regalaré por Sant Jordi. Básicamente, ahí van algunas recomendaciones como las miles que aparecerán en vuestro feed por El día del libro. Pero estas son las mías. He decidido no numerarlas, lo he intentado, pero es algo así como responder “a quién quieres más, a papá o a mamá”. Un total de 40 sin numerar, sin orden de categoría, lógica o de preferencia personal. Ahí van, Feliç Sant Jordi.
Los amores ridículos, Milan Kundera
Los subterráneos, Jack Kerouac
Retratos, Truman Capote
Matilda, Roald Dahl
Iluminaciones, Arthur Rimbaud
Según venga el juego, Joan Didion
Cualquiera de Bukowski
Rebecca, Daphne Du Maurier
Hojas de Hierba, Walt Whitman
Diarios completos, Sylvia Plath
Catedral, Raymond Carver
Travesuras de la niña mala, Mario Vargas Llosa
Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta, Robert M. Pirsig
Naked Lunch, William S. Burroughs
La voz a ti debida, Pedro Salinas
Trópico de Capricornio, Henry Miller
Transformaciones, Anne Sexton
Us and Them, Helmut Newton, Alice Springs
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Haruki Murakami
The Big Sleep, Raymond Chadler
El Amor en los tiempos de cólera, Gabriel García Márquez:
Santuario, William Faulkner
Just Kids – edición especial, Patti Smith
Romeo y Julieta, William Shakespeare
¿Qué estás mirando?, Will Gompetz
Un amor de Swann, Marcel Proust
Cosas que nuestros nietos deberían saber, Mark Oliver Everett
Oona y Salinger, Frédéric Beigbeder
Espacio para soñar: David Lynch, Kristine McKenna
Un palacio en la arena, Edna St. Vincent
El gran Gatsby, Scott Fitzgerald
Contra la interpretación, Susan Sontag
Serge + Jane, Alison Castle
Canciones de inocencia y de experiencia, William Blake
Todos los caballos bellos, Cormac McCarthy
Canciones de inocencia y de experiencia, William Blake
Cartas a un buscador de sí mismo, Henry David Thoreau
Lolita, Vladimir Nabokov
Mujeres que corren con lobos, Clarissa Pinkola
La muerte en Venecia, Thomas Mann
Poémes d’amor, Joan Margarit
Los libros son para el invierno
Por | Raquel Bada